lunes, 28 de octubre de 2019

CUANTA RISA COMÍ CONTIGO y tú guisando un hueso


los amigos son Beatrices que nos conducen a traves de los desconocidos dias
y sus respectivos universos




CUANTA RISA COMÍ CONTIGO y tú guisando un hueso


Si me ves
Una sonrisa
Y una cesta de pan
En las manos,
No es un misterio:
Sabes
Que estoy contemplando
El pasado.
El pasado
Es hoy
          (Alberto Pimenta)


Lo que la amistad genera es el estar vivos hasta que el último se vaya.
De momento no ha sucedido, aunque ya formáis una poblada y apacible aldea
los que habéis partido Nos criamos a la intemperie, y habitamos muy pronto el mundo
que nos correspondía que no era precisamente nuestro mundo, este,
iríamos levantándolo en nuestros corazones. De ahí nuestra perpetua
desobediencia ante todo aquello que según descubríamos se nos revelaba falaz,
cruel, injusto, lleno de miedos y represión, de verdades a medias,
de silencios nefastos, el suelo que pisábamos estaba manchado de sangre,
de una sangre que hasta el día de hoy aún no muestra todos sus nombres.
Apareciste ahí, entre los sueños y la generosidad, y supe que había
encontrado un compañero para las incursiones furtivas en los territorios
solapados por un poder al que jamas le otorgamos la menor autoridad.
"Nosotros estábamos tejidos con la tela con la que están hechos lo sueños".
Vivíamos como creíamos que debíamos vivir, y así hasta hoy. Y en la Vía Pública.
Conocernos formaba parte, sin duda, de ese azar que a veces no es manipulado
por los dioses, y que conlleva la voluntad de ser uno mismo, alguien
que no dejas de inventarte hasta la muerte, incluso la muerte pasa a ser pronto
parte de ese "proyecto".
Ni yo ni la gente que ha bebido conmigo nos hemos sentido avergonzados
en ningún momento por nuestros excesos. Fuimos excesivos y desobedientes,
pero sobre todo supimos muy temprano que no era posible vivir sin amar.

Pasa, a veces, una muchacha
con una sonrisa entre los párpados
Y acontece un temblor de raíces
y se le seca el paladar al dia
mientras cruzan furtivos
los pesares, los entierros, los sermones
la santa madre iglesia
no la que reza en las caracolas
ni en las esquinas donde
en carne viva los misterios
se pasan de boca en boca
como tizones encendidos
de un mañana que repartimos
como pan amasado por mas mar
que el que administra la luna.
Pasa, a veces, una muchacha
y tamborilea la luz que nos inventa
funambulistas atravesando el universo


Descubrir el amor
es levantarle la tapa de los sesos
a la muerte
armar la cartografía del corazón
abrir las manos a las derrotas
las adorables derrotas
que nos empujan siempre de regreso
siempre hacia las islas de tesoro
que solo los náufragos alcanzan.
Y en la solapa del alma
la inmarchitable rosa de los vientos.


Os acordáis de cuando 
izábamos silencios en las avenidas
desplegamos la estupefacta belleza
de perdernos
corriamos de pronto, súbitamente
como demenciales criaturas del futuro
y abríamos a la canal 
la ruin necedad de los Gobiernos
Os acordáis cuando jugábamos
a meter miedo, a espantar 
a los sumos sacerdotes, nosotros
que éramos objetivos capitales del terror 
Sabíamos del tacto de los sueños
y así trazabamos incursiones
e ignoramos los decretos de los esbirros
de los mercachifles que abaratan 
las lenguas y los árboles
donde se cita la alegría de estar vivos
con el origen de las especies.


Los Museos fueron desde un principio
objeto de rituales de apareamiento
es un secreto a voces
que todos hemos hecho el amor
en el tiempo muerto de Magritte
y con William Blake, descubrimos
la divinidad del mundo sin un solo dios verdadero.


Y no dejamos de bailar sobre las tumbas
de sus miedos, de sus empresas 
de productos cosméticos que tanta muerte 
cosechan haciendo de los veranos
estancias para momias esmaltadas
que estampan a los pájaros en sus vuelos
e intoxican a los niños que no duermen.


Y bailamos malditos, y bailamos 
hasta hacer música con los escaparates
y las piedras y sus congéneres, las ramas.


Y hasta hoy andarnos por las ramas
sobre la espuma de los días
es algo que nos encanta hacer

en las trastiendas de las barricadas.









  

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